relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

Acueductos romanos

Acueducto de los Milagros. Mérida. Siglo I o II d. C.
La ciudad es el elemento clave de la civilización romana. La ciudad es a la vez el centro de poder, en el que reside el ejército y el gobierno, y el centro económico y comercial que organiza el área territorial sobre el que se inscribe, pero además, y sobre todo, es el centro de difusión de su cultura. Desde la ciudad el latín conquista Europa y se crea un mercado común mediterráneo que induce la construcción de la mayor parte de las carreteras y puertos europeos de antes del siglo XVIII. Gracias a la ciudad, en el Alto Imperio, el vino de Italia se pudo beber en Hispania y el aceite de la Bética y el garum se pudo tomar en Roma. 
Acueducto de Segovia. Sillares de granito. Siglo I o II d C.
En las ciudades, los romanos construyen templos paganos, arcos de triunfo, basílicas, termas, anfiteatros, puentes y acueductos, lo cual hace que la arquitectura sea el gran arte romano, la manifestación más clara de su espléndida técnica y de su formidable organización.
De entre estos edificios, los acueductos resultan para mi los más interesantes. Su interés reside en primer lugar en las extraordinarias dimensiones de algunos de ellos (el acueducto de Segovia, por ejemplo, es un complejo hidráulico de unos 15 Km, aunque el acueducto propiamente dicho sólo tenga, según los distintos autores, entre 700 y 900 m de longitud y una altura máxima de 29 m). Si los contemplamos, comprendemos de un vistazo el gigantesco esfuerzo humano y económico que significaron, un esfuerzo que resulta comparativamente mucho mayor que el que hoy hacemos para construir un AVE o una autopista. Además, los acueductos resultan, a veces, misteriosos, porque si bien todo el mundo entiende que la grandiosa Roma tuviera varios, no es fácil imaginar las razones que llevaron a la edificación de obras faraónicas en ciudades mucho más pequeñas, como sucede con el acueducto de la ciudad de Segovia, del que se dice que fue construido en una sola noche por el diablo.  
Pont du Gard. Acueducto y puente. SE de Francia. 20 a C.
Interesan mucho estas obras de ingeniería porque los romanos, que conocían el principio de los vasos comunicantes, podrían haber utilizado tuberías (de hecho las usan en parte de los recorridos del líquido elemento) como hacemos en las ciudades contemporáneas. Sin embargo, una idea de la limpieza, asociada al aire libre, y una idea de la corrupción, asociada al reino de Plutón, les lleva a conducir el agua para el consumo a través de un canal externo, al menos en la parte final de su recorrido, mientras que para las aguas residuales siguen utilizando un sistema de alcantarillado, heredado de los etruscos, en el que ejercitan desde muy antiguo el sistema abovedado.
En tercer, y último lugar, estas edificaciones interesan por la relevancia y variedad de sus soluciones constructivas. Aunque todos los acueductos son el resultado de una concatenación de arcos de un único centro de curvatura sobre pilares poligonales, usan tanto el arco de medio punto como el escarzano, por adaptación a la topografía. También utilizan distintos materiales: Los bloques de granito almohadillado, sin mortero, en Segovia, el ladrillo en la mayor parte de los casos por ser más barato y, con mucha frecuencia también mezclan distintos materiales. Este es el caso del acueducto de los Milagros de Mérida. En él se utilizan como elementos de sustentación unos muy gruesos pilares de planta cruciforme, de piedra, que constan de un ancho núcleo de hormigón, que está rodeado por cuatro muros de sillería, que se disponen en hiladas y avanzan en ángulo recto hacia afuera, para aumentar la estabilidad de los pilares, al tiempo que actúan como encofrado del núcleo central. Para los arcos se utiliza el ladrillo que se embute en los pilares para que la presión ejercida por los arcos sobre el pilar sirva como entibo de todo el conjunto, al disponerse los arcos en tres niveles conectados y sucesivos. Pues bien, este sistema de construcción tendrá grandes consecuencias en la historia de la arquitectura. Como bien señala Angulo, los musulmanes, al construir la Mezquita de Córdoba y buscar soluciones que permitan un sistema constructivo fácil de ampliar y lo suficientemente alto, emplearán la misma solución: Sólidos elementos de sustentación y arcos superpuestos (los de abajo, de entibo, embutidos en los pilares).  

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