relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

La tensión del pensamiento

El pensador. Rodin. Bronce. 1902.
Puertas del infierno. Rodin. 1880-1900. Bronce
El pensador tuvo su origen en un detalle de una obra en la que trabajó Rodín, durante más de veinte años: “Las puertas del infierno”. Para Rodín, estas puertas fueron algo semejante a lo que fue para Miguel Ángel la tumba de Julio II, porque en ellas experimentará la pasión de crear una gran obra, que nunca verá culminada, y también porque de ellas extraerá un arsenal de ideas y de formas que constituirán la parte fundamental de su contribución a la Historia del Arte. Pues bien, Rodín recibió este encargo en 1880 para realizarlo en bronce para el acceso al Museo francés de las Artes Decorativas, que nunca fue construido. Queda por lo tanto el proyecto modelado y unas puertas, fundidas después de la muerte del artista, en las que Rodin representó al poeta Dante, sobre el centro del dintel, en posición de pensar en la creación de su epopeya, la Divina Comedia. Este Dante creador será finalmente “El pensador”, cuando la figura se independice del conjunto para el que fue concebido (al parecer, será modelado en yeso en 1888 en Copenhague, y se convertirá en una escultura de bronce de un tamaño ligeramente superior al natural, 181 cm, en 1902). Después el número de réplicas irá aumentando. La reproducción más conocida se encuentra en el Museo Rodín de París, pero otra circuló hace pocos años por la mayor parte de las capitales españolas, en una exposición itinerante, y una más se encuentra sobre la tumba del artista, en Meudon.
El modelo de la obra de Rodin es el Lorenzo “pensieroso” de la tumba de los Medicis, de la basílica de San Lorenzo de Florencia. Sin embargo, a diferencia de Miguel Ángel, el escultor francés representa a su protagonista desnudo y muy tenso, en una postura lejana de la serena confianza clásica de su predecesor.
Lorenzo de Medicis. Miguel Ángel.
El pensador. Rodín. Bronce. Detalle
El pensador es un hombre sentado y adulto que se inclina hacia delante y baja su cabeza, para asumir la postura mejor para pensar, lo que le sitúa en una posición algo inestable que tendería a desplazarle hacia delante, si no fuera por la fuerza y la tensión muscular de sus dos piernas. Por cierto, éstas realizan un sutil contraposto con los brazos al contraponer el esfuerzo de elevación de la pierna en la que apoyan éstos con la relajación relativa de la otra, la cual, además, está más baja. Rodín somete a su pensador al canon de un hombre maduro y lo modela de forma impresionista, evitando la precisión de la textura de la piel o del cabello, para disolver a la masa en una imprecisa superficie que nos recuerda el “non finito" de su maestro Miguel Ángel y también el abocetamiento de los impresionistas, sus contemporáneos. Para él, el "non finito" no es un signo del enfrentamiento entre la materia y la forma o una lucha de contrarios, como lo fue en el florentino, sino que es más bien un recurso para infundir vida y verdad al bronce, que parece que vibra, y para evitar la individualización del rostro. Así sabemos todos que el pensador es cualquiera, porque su rostro es de nadie y porque a todos nos representa.
El pensador, además, expresa en su tensión muscular el enorme esfuerzo de su mente, por eso la línea matriz de su composición es la diagonal de su espalda inclinada y su rostro parece sombrío. El pensamiento de Dante, el pensamiento del hombre no es una acción agradable. Es una acción tan difícil, emocionante e intensa, que aflora en toda la masa escultórica. El pensador es el cuerpo penetrado por la manifestación más excelsa del espíritu del hombre... El poeta alemán Rainer Maria Rilke dirá: “Todo su cuerpo se ha vuelto cráneo y toda la sangre de sus venas, cerebro”.

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