relatos con arte

Lo que sigue es un intento de utilizar la ficción para motivar el aprendizaje de la Historia de Arte. Lo que sigue son pequeños relatos apócrifos, reflexiones, descripciones, cartas o poemas. Textos inventados siempre, pero inspirados en la historia, para mostrar los sentidos de las obras o adaptarlos a nosotros. En ellos se hace hablar al autor, a un personaje, a un crítico, a un mecenas, a un profesor o a un espectador que nos cuentan sus razones, su manera de ver, su sentimiento o su reflexión ante la imagen plástica. Se intenta llevar a los ojos a un nivel correcto de enfoque (que no pretende ser único o excluyente de otros, pero que sí se pretende interesante) y animar a la lectura de lo que se ve, o lo que es lo mismo, educar la mirada y disfrutar del conocimiento, concediendo al contenido, al fondo de las obras, un papel relevante que en nuestras clases, necesariamente formalistas, se suele marginar.

Revolucionario

La libertad guiando al pueblo. 1830.  Eugene Delacroix. Óleo sobre lienzo. 2,60-3,25 m. Museo del Louvre. París
Este es un cuadro que excita el sentimiento revolucionario. Todo gira en torno al personaje central, la mujer que enarbola la nueva bandera tricolor de la revolución y que luce el pecho desnudo. El personaje no es exactamente una mujer, en realidad es un símbolo. De los antiguos viene el idealismo de su rostro y el carácter racional del canon, cual si fuera un personaje neoclásico. El gorro frigio que luce sobre su pelo corto también alude a la revolución de 1789. La barricada, sin embargo, nos introduce en otro ámbito, el de la brutal realidad de la reciente revolución de 1830. En la barricada hay muertos sobre los adoquines del suelo y, siguiendo a la bandera, un niño con dos pistolas, un burgués con chistera y con una escopeta de caza en la mano y un proletario con mandil, boina y espada. Todo el conjunto se mueve imparable hacia delante, todas las clases luchan del mismo lado, armados hasta los dientes, siguiendo a la libertad, para triunfar contra el Borbón, Carlos X.
Hoy me echan en cara el que me haya autorretratado en la figura del burgués, una vez que la revolución ya ha triunfado, una vez que Luis Felipe ya gobierna. Hay algunos que van más allá. Me reprochan que realmente no estuviera en las barricadas, luchando con los héroes del pueblo. Yo les digo que si no luché en la calle sí que quiero luchar ahora con mis pinceles. Yo les digo que los pintores de mi admirada escuela española, como Velázquez, el Greco y Goya, me enseñaron muchas cosas, entre ellas esa idea de incluir alguna vez mi autorretrato entre los personajes de mis obras. En ellos también yo he aprendido a conferir a la masa un papel protagonista, y a valorar el color y el ambiente por encima del dibujo. Por eso y porque la masa ha incendiado la ciudad el ambiente es vaporoso. Mi arte es urbano, de calles con casas altas y adoquines, con burgueses y proletarios. Mi arte está al servicio de la revolución y es contrario al régimen moderado de la Restauración. Mi arte intenta contribuir a crear un mundo nuevo. Liberalismo y romanticismo son fenómenos paralelos. Fijaos en el primer plano. Los soldados represores han sido derrotados. Han pagado su osadía con la muerte y con el expolio. Han perdido sus armas, sus pantalones y sus botas, pero conservan las casacas y los gorros, ahora inútiles. Ellos fueron derrotados. Mi arte se compromete con los cambios, con la fuerza de la libertad que guía al pueblo. Por eso pongo mi escueta firma detrás de los muertos, a la izquierda, y delante de un fondo urbano en el que surgen de la bruma las torres mochas de la fachada de Notre Dame. La iglesia del Antiguo Régimen también ha sido derrotada.
Andando el tiempo (1879) llegará al Louvre una obra que hace juego con la mía. Es una obra helenística, la Victoria de Samotracia. Aunque, en vez de bandera lleve alas y aunque en vez de recorrer mi barricada parisiense, avance sobre la proa de un barco, la Victoria se mueve impetuosa y muestra orgullosa su cuerpo divino de manera parecida a la de mi libertad triunfante. Mi libertad fue una Victoria que derrotó al Antiguo Régimen y que reina en las calles con su belleza desnuda. La Victoria es ante todo un símbolo de Libertad.    

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